JAIME ROCHA.
Son varios los factores que contribuyen a que en la cinematografía española no existan películas ni series que traten el tema de los servicios de inteligencia y su personaje más cinematográfico: los espías.
No ocurre así en el mundo anglo donde desde los inicios los productores apostaron por basar sus obras cinematográficas en autores de literatura de espías que ya habían triunfado en el mundo literario.
No citaré aquí, por ser sobradamente conocidos, la nómina de escritores del género cuyas obras han sido éxitos cinematográficos, empezando por nuestro admirado maestro John Le Carre, fiel a sus principios de realismo del género, desde la primera a la última obra.
Naturalmente no incluiré en el genero de espías a la extensa obra de Ian Fleming y su peculiar personaje, el agente 007 James Bond, que optó claramente por el éxito de público y económico, antes que la fidelidad al género de espías y del que la prestigiosa revista National Geographic dice: «James Bond, el irreverente y descarado agente 007 salido de la mente del escritor británico Ian Fleming, se ha convertido en uno de los personajes literarios más populares del siglo XX». Fleming creó un personaje a su imagen y semejanza que fue lo que el escritor siempre hubiera querido ser: agente secreto. Aunque, pensándolo bien, quizás eso es lo que buscan los productores españoles.
Hay dos películas españolas que, quizás queriendo emular a James Bond, han tomado ese camino y cuyo fracaso en taquilla ha sido, en ambos casos, estrepitoso. Me estoy refiriendo a La piel del tambor basada en la novela de Pérez Reverte, fracaso total en taquilla y crítica y a Código Emperador a la que le ha ido un poco mejor en recaudación y público, pero que, a pesar de contar con un afamado y premiado guionista, evidentemente de este tema no conoce mucho.
Estas experiencias negativas, a pesar de ser obras de escritor y guionista prestigiosos y conocidos, Pérez Reverte de extensa y magnifica obra literaria y Jorge Guerricaechevarria, premiado por Celda 211 basada en la obra de Francisco Pérez Gandul, quizás sean la causa para que los productores españoles no se arriesguen a realizar series o películas de este desconocido y desvirtuado género.
Como en todo, también aquí hay una excepción: la serie El tiempo entre costuras basada en la novela del mismo nombre de María Dueñas. Absolutamente creíble, bien realizada e interpretada. A pesar de este éxito, los productores parece que están más condicionados por los fracasos.
La materia prima de una buena película, o serie, es la obra literaria, si esta no existe o es absolutamente desconocida por el gran público, no habrá productor en España que se arriesgue a repetir el fracaso cosechado por estos dos intentos.
No niego la buena intención, al contrario, la alabo, pero insisto en que si no se cuenta con buena materia prima que responda fielmente al género de espías y no lo confunda con el género negro, cualquier nuevo intento llegará al mismo término.
En España, afortunadamente, empiezan a aparecer escritores del género de espías de alta calidad, algunos de ellos pertenecen al club de Letras y Espías, pero si sus obras no son conocidas y convertidas en super ventas, raramente llegaran al conocimiento de los productores cinematográficos.
Quizás, si en España empezaran a proliferar los Certámenes y Concursos Literarios del género de espías, diferenciándolos claramente de otros géneros, iniciaríamos el buen camino que, con el tiempo, lo hará atractivo a los productores cinematográficos.